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EDITORIAL

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EDITORIAL

Australia una isla con mucho más que sol y desierto

Por Mathieu Branger


Australia entró a la moda ofreciendo lo que los demás no vendían.


En nuestro imaginario colectivo asociamos la moda con pasarelas en París, Milán o Nueva York o con modelos en un shooting espectacular en Los Ángeles. En la actualidad, sin embargo, y al margen de esa visión idealizada, jóvenes artistas están rebasando cada vez más los límites de su creatividad, y Australia es un claro ejemplo de tal situación. En la gran isla del mar austral, la naturaleza, salvaje y pródiga, a impuesto sus reglas, y se puede decir que lo que entendemos a primera vista como “la moda australiana” se define en relación directa con sus paisajes. Con más de 30 000 kilómetros de costa, no nos sorprende que la cultura del surf haya hecho de Australia uno de sus lugares de predilección. Desde finales de los años sesenta, cabelleras rubias, cuerpos atléticos y sonrisas francas de los jóvenes adeptos a los deportes de la tabla, han poblado las grandes playas de los océanos Índico y Pacífico. En este contexto, nacieron marcas como Rip Curl (1969), Quicksilver (1969) o Billabong (1973) que buscaban ofrecer lo que los demás no vendían, es decir la ropa idónea para el surf y la playa, desde el traje de baño, hasta playeras y mochilas. Estas empresas son hoy globales, e insignia del estilo de vida australiano.


Australia es también el mundo del bush y del outback, de los grandes espacios semidesérticos del interior, dónde cohabitan granjeros herederos de la colonización británica y la población nativa que conocemos como los Aborígenes. Y es allí que la moda se está reinventando. Lejos de las playas, el típico australiano del outback es un bushwhacker, un hombre del campo medio bandolero, acostumbrado a vivir solo y lejos de la ciudad. En muchas regiones vive al contacto con las comunidades Aborígenes, que saben aprovechar los recursos del desierto. Esa Australia del interior fue durante mucho tiempo un espacio olvidado y relegado. Sin embargo, en las últimas décadas, creadores jóvenes se han interesado en la riqueza de esa cultura.




A diferencia de otros pueblos indígenas, en otros continentes, los Aborígenes no han desarrollado a lo largo de su historia una gran tradición textil o de joyería. Se conocen la capa ritual de piel de zarigüeya, cosida a modo de tablero de ajedrez y con recortes decorativos, o lo collares riji de concha tallada.


Los primeros australianos se destacaron por haber mantenido en sus ritos y creencias, una fuerte conexión espiritual con el mundo natural, la cual se manifiesta en los relatos y en las pinturas corporales. Algunos artistas contemporáneos Aborígenes han dado a conocer esa riqueza fuera de la isla. Por ejemplo, la comunidad de Papunya Tula ha expuesto sus pinturas de puntos, representativas de los relatos del Tiempo del Sueño, en los más importantes museos del mundo. Desde entonces la cultura Aborigena es en la moda una fuente de inspiración y reivindicación. Bundarra, Bracks o Native Swimwear se definen como marcas de “australian aboriginal fashion” y colaboran con las comunidades que pueden crear motivos decorativos (de las pinturas de puntos o del arte rupestre tradicional con líneas, figuras y animales) para el estampado de playeras y camisas, con un enfoque social y ecológicamente responsable.

De la misma manera, la marca North promueve los vestidos y accesorios de artistas de las comunidades Tiwi, Warlpiri, Anindilyakwa, Kunwinjku, Ngang gi, presentándolos en sus colecciones, y desde el 2014, esta inspiradora tendencia tiene su propia semana de la moda en la Australian Indigenous Fashion Week (AIFW). En este año la feria de arte indígena de Darwin presentó una pasarela, From country to couture, donde se juntaron los diseñadores más creativos australianos.

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